Luís Miguel Peña Meléndez
21/nov/1907 - 10/abril/1998
Por: David Awad V.
Recostadero “PEÑITA”, un referente de la ciudad y ejemplo de superación familiar.
Lo más importante por el paso de este mundo terrenal, es disfrutar lo que haces y poder dejar huellas de la buenas, generadoras de bien y dignas de ejemplo para semejantes y descendientes.
No importa en qué lugar; caseríos, corregimientos, pueblos, ciudades y urbes, han existido personajes, sitios e historias que recordar y contar, pues bien, Barranquilla no ha sido ajena en éste tema, cuando de gastronomía criolla se habla, se debe mencionar sin duda alguna a Luís Miguel Peña, conocido por su negocio de venta de frituras estacionaría en el Parque Sagrado Corazón y después en la nueva sede edificada en la esquina de la Carrera 42 con calle 79 que todos conocemos como “Peñita”.
El Recostadero Peñita, fue el sitio predilecto del gusto criollo en las décadas de los 50, 60, 70, 80 y 90´s, hasta que dejó de funcionar como tal el negocio que muchos recordamos con gran nostalgia.
Luís Miguel Peña Meléndez (Peñita), natural de Calamar Bolívar, era un ser humano con carisma, quien con sus apuntes festivos y anecdóticos, se ganó la confianza y cariño de la gente. Peñita lucho a pulso y forjó entre calderos, masas, fritos y chicha, el futuro y origen de toda una empresa familiar como mérito a la dignificación al trabajo.
Sus Inicios...
“Peñita” El Bombero de la estación de Gasolina
Peñita trabajaba en Cartagena de Indias como bombero en una estación de gasolina ubicada frente a la puerta del reloj, donde por su sencillez, honradez y lealtad, se fue ganando el aprecio y confianza de Benjamín Puche (propietario), a tal punto, por así decirlo, que llegó a convertirse en la mano derecha en esa estación de gasolina.
Para comienzos de los años 50´s, fallece el señor Benjamín Puche y con ello, deviene la puja entre la viuda Catica Ibarra de Puche contra la alcaldía y el concejo, pues desaparecido aquel ilustre ser, querían derribar la estación con la excusa del desarrollo en la ciudad, así, la viuda tomó ventaja de algunos años, pero tiempo después, a pesar de los pleitos jurídicos, al cambio de alcalde y concejo, se ordenó demoler la bomba para dar paso al supuesto “Progreso” de la ciudad, quedando desempleado Peñita quien comenzó a incursionar en otras actividades en diferentes ciudades y países.
“Peñita” El vendedor de fritos informal
Todo comenzó en el año 1953, después de quedar desempleado en Cartagena de indias, probó suerte en oficios como zapatero, músico y hasta pintor de brocha gorda en Colón (Panamá), Maracaibo y Caracas (Venezuela), donde desiste ante tanta responsabilidad familiar y decide probar suerte en “La Arenosa” y llega allí, al Parque bautizado como "Parque Sagrado Corazón de Jesús”, donde coloquialmente lo llamaban “El Santo Cachón”, parque al que le sumaban el “lema” callejero que rezaba “Vengan de dos en dos”, porque allí se daban citas clandestinas casados, solteros con sus “números” y hacían de las suyas, desluciendo totalmente el nombre del parque.
Para mediados de los años 50´s Luís Miguel Peña Meléndez, residía en el barrio Ciudad Jardín, un sector enmontado de subidas y bajadas más conocido como “Los Jobos”.
Peñita en compañía de su esposa doña América Yepes y sus 8 hijos, esperanzados acondicionaron una “chaza” con ruedas detrás del monumento al Sagrado Corazón de Jesús, el pequeño carruaje sobre una calle apenas asfaltada, el carrito estaba elaborado con pedazos de madera rústica, algunas de guacales, otras de tablones resistentes a la intemperie. El pequeño carruaje lo surtían de fritos en todas sus variedades, preparados a base harina de maíz, fritos hechos en leña que con sus llamas en aquel pequeño anafe, sobre el cual colocaban el calderón (nada de imusa ni universal), fritaban los fritos en todas sus especies, los mismos que una vez listos, pasaban a una vitrina artesanal de madera con vidrios, donde los comensales seleccionaban y degustaban con chicha de maíz.
La energía eléctrica era tomada clandestinamente de un poste con pedazos de alambres, con los cuales conectaban a un "Benjamín" o pequeño soporte de pasta y prendían el bombillo que mantenía caliente las frituras exhibidas en aquel mostrador rústico que le daba el toque natural a las comidas.
Recuerdos de una comensal
Pero no fue nada fácil, según lo recuerda la señora Vilma Muñoz Peña de 77 años edad, a quien su padre Fausto Muñoz Rodríguez (Fundador del equipo de futbol Sporting Club) acostumbraba a llevarlas (hermanas Vilma y Delia) a disfrutar las delicias de peñita, pues recuerda que no era el único carro de madera que vendía fritos, pues rememora contando que habían varios más, no obstante el de Peñita era el más grande y más concurrido por su sabor exquisito, provisto de una enorme carpa.
Con grandes clientes como el gerente de Bavaria Sr. Luciano Barriga, peñita se hizo merecedor a una carpa publicitada por Cerveza Nevada que le otorgó el Sr. Luciano y luego la empresa Postobón lo dotó de gaseosas y una carpa gigante.
El Recostadero Peñita, poco a poco llegó a contar con una distinguida e innumerable y fiel clientela, donde su gestor llegó a codearse con ilustres personajes que se deleitaban con sus arepas e´huevo, empanadas, patacones, chichas, chicharrones y chuletas con yuca cocida y demás delicias de la Costa Caribe.
Pero en su negocio estacionario no hubo un único carrito de madera, ya que a medida que pasaba el tiempo y aumentaba la demanda, le obligaba a crecer en espacio y carruajes de madera rústica, sin cambiar el sabor que los distinguía.
En compañía de su esposa, bien madrugados llevaban sus “trastes” y preparaban los mejores fritos de la ciudad, hechos con mucho cariño y dedicación para obtener el mejor sabor que se pudiese conseguir para sus clientes.
Variedad Gastronómica ofrecida:
Arepa e´huevo, Empanadas, Caribañolas, Chuletas de cerdo con yuca, Pasteles de cerdo, pollo, hayacas, buñuelos de frijol, arepas, que ni los mismos mosquitos con sus zumbidos y molestas picadas, lograban espantar a su clientela.
Con tesón, coraje, esfuerzo, honradez, probidad y bonhomía, sacó a su familia adelante a báse de su negocio estacionario conocido como “El Recostadero de Peñita”.
Siempre humilde y portando permanentemente su sombrero, Peñita se pasaba subiendo y bajando la loma por esa misma calle, mientras que la esposa e hijos, lo ayudaban a llevar los utensilios.
Anécdotas de Peñita
Fue de conocimiento entre sus clientes asiduos, la hazaña de Peñita para la llegada del Papa Pablo VI, cuando motivado por tan importante presencia de la iglesia católica a nuestro país, no dudo en llevar a Bogotá una de sus carretillas en madera y la instaló en un puesto que estaba muy próximo al templete eucarístico, de manera que podría ver de cerca de su santidad y promover la venta de sus productos. Fue tanto el éxito y la demanda de los buñuelos de de frijol y la arepa e´huevo que se vió en la necesidad de llamar a Barranquilla para que le enviaran más masa para sus fritos.
Tanta fama acumulada y la admirable superación entre masa y manteca lo llevó a ser homenajeado y reconocido con un tema musical que le dedicó Joe Arroyo cuando cantó con la agrupación “Los Líderes”. Joe le rindió admiración con el tema musical “Las Arepas”.
La Nueva Sede de “Peñita”
1969
“Peñita” El empresario de fritos formal
Con una visión más amplia del negocio y con la ayuda de su esposa e hijos más crecidos, se consolidó aún más y decidió sentar estadía en un lote de esquina en la carrera 42 con calle 79, donde traslado sus trastes de madera, luego, con un prestamos a una entidad bancaria, contrata a la firma de Ingeniería y Construcción “Beltrán Saforcada & Cia. Ltda.”, quienes construyen una edificación de dos plantas acorde a sus necesidades (Piso 1 Negocio, Piso 2 Vivienda familiar), testigos fueron sus carruajes de madera, los mismos que le dieron el ánimo de seguir adelante su negocio y vieron levantar poco a poco la nueva sede de “Peñita”, ese mismo sitio que los terminó dejando de lado para una mejor comodidad con amplio parqueadero para sus comensales y sus fundadores, pero del cual, siempre rememoraban con gran nostalgia.
En su nueva sede, llegaron nuevos e innovadores platos gastronómicos como; Albóndigas, pastelitos de harina rellenos con picadillos de carne molida adornados con alcaparra, butifarras y chorizos (carnes de res, cerdo y ternera con un tris de pimienta).
El Mito del Lote “Invadido”, resultó comprado
Muchas versiones se escuchan a cerca del lote donde se instaló seguidamente Peñita en la carrera 42 con calle 79 Esquina, algunos dicen que fue uno de los primeros que invadió en Ciudad Jardín, otros que se sacó la lotería y compró y construyó su negocio, mientras que otros sostienen que el dueño de lote de piedra le permitió instalar su chaza en madera en el lote y con el tiempo terminó regalándoselo o vendiéndoselo a un precio muy bajo, no obstante para aquellos que aún se intrigan de cómo hizo, lo cierto fue que, aquel dueño del lote baldío era nada más y nada menos que uno de sus clientes asiduos, el Sr. Karl Parrish, quién le brindó la oportunidad de establecerse allí y pagarlo en módicas cuotas que hasta con fritos, pagó cuando familiares de Parrish iban a comer los fines de semana (ese fue el trato). Para el año 1969 se dió la inauguración de la gran sede nueva.
Lo cierto es que como haya sido es lo de menos, en un hombre que a pulso sacó adelante a su familia, con todos sus hijos profesionales (Periodista y Sociólogo, Trabajadora Social, Ingeniero agrónomo, Idiomas, Piloto y Médico), y construyó una tremenda edificación de dos niveles, convirtiéndose en y punto de referencia en Barranquilla, tanto, que hasta rutas de buses (Colitoral) que pasan por el sector tienen escritas en la placas; “Cra. 43 – Peñita-Nogales”.
Para nadie era una sorpresa ser atendidos por el mismo Peñita, su esposa o cualquiera de sus hijos, quienes al llegar de sus estudios, comenzaban con la misma humildad que los caracterizó siempre, donde su jornada laboral con delantal a bordo, de mesa en mesa, mostrador o caja, se daban a la tarea de atención al cliente, mientras que en la cocina, sobresalía un tipo de tez morena, alto y acuerpado, se trataba de Nelson Padilla a quién observaban tomar dos huevos con una mano, los rompía para hacer arepa e´huevo, algunos clientes cariñosamente le decían “Nelson y sus Arepas”, pues en la época estaba en su esplendor “Nelson y sus estrellas”.
Era común toparse en Peñita con gente afamada en la radio y la televisión, pues el sitio se convirtió y un destino casi que de obligatoria parada para propios y foráneos.
El mejor fruto de su negocio, fue ver realizado a sus hijos, la mejor retribución de un verdadero negocio de familia, con el que crecieron, no solo financieramente, sino espiritual, intelectual y personalmente hablando, sin dejar de lado la humildad y el amor por el prójimo.
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