viernes, 18 de abril de 2025

Emisora Atlántico Jazz Band: El swing que encendió a Barranquilla



Hubo una época en Barranquilla en que los domingos se bailaban con traje, empanada en mano y swing en el alma. Era la década de los cincuenta y, en el legendario Hotel El Prado, la juventud se reunía religiosamente cada semana para escuchar a una agrupación que marcó época: la Emisora Atlántico Jazz Band.


Esta banda no era cualquier conjunto. Su sonido, mezcla vibrante de jazz norteamericano, boleros apasionados, guarachas sabrosas y porros costeños bien pulidos, tenía una fuerza que atrapaba desde el primer compás. No en vano, buena parte de sus grabaciones eran hechas en vivo, enviadas luego a Argentina para prensar copias fonográficas que mantenían viva su energía, incluso a kilómetros de distancia. Otras fueron grabadas en los míticos estudios Tropical, en la Vía 40, testigos de la historia sonora de la ciudad.


Su repertorio era una travesía por el mundo. Standards de jazz al estilo Glenn Miller, pasodobles de tradición europea, sambas brasileñas y ese porro costeño con corazón de metales y alma de tambor. Esta orquesta fue mucho más que una agrupación de músicos: fue una verdadera embajadora del sonido moderno del Caribe colombiano.


El carnaval de 1950 trajo consigo uno de los momentos más memorables de la escena musical barranquillera: Cab Calloway, el "scatman" más famoso del jazz estadounidense, se presentó con éxito total en El Prado, con conciertos posteriores en el Estadio Municipal y el cine Delicias. ¿Y quién estuvo compartiendo escenario, aportando altura y categoría local? La Emisora Atlántico Jazz Band, por supuesto.


Aquel combo tenía nombres que hoy suenan a leyenda. Gilberto "Castillita" Castilla, el alma de la guaracha; Zoraida Marrero, vedette cubana de poderosa presencia escénica; Jaime García, bolerista romántico. En las trompetas brillaban Antonio Peñaloza, Pacho Galán y Manuel Cervantes. En el piano, Luis Alfonso Meza; al contrabajo, Eliécer Benítez. La sección de saxos era un lujo: Mariano Hernández, Lucho Vásquez, Julio Burgos. Y en la percusión, el ritmo lo llevaban Agapito Reales y Rafael Serrano. Todo esto bajo la dirección del bajista italiano Guido Perla.


En 1952, el maestro Pacho Galán asumió la dirección de la banda. Dos años después, grabó junto a Lucho Bermúdez y Matilde Díaz una joya que selló el legado de esta orquesta. Pero el tiempo y la competencia radial comenzaron a pasar factura. En 1954, la banda se disolvió oficialmente. Sin embargo, su espíritu encontró continuidad en Emisoras Unidas Jazz Band, el nuevo proyecto liderado por Galán y respaldado por Rafael Roncallo Vilar. De ahí surgiría la orquesta definitiva del creador del merecumbé.


El sonido que hoy identificamos como la música de orquesta del Caribe colombiano no nació de la nada. Fue resultado de la alquimia entre tradición y modernidad, entre porro y jazz, entre tambor y armonía. Y en esa alquimia, la Emisora Atlántico Jazz Band fue uno de los ingredientes esenciales. Junto con la Orquesta Sosa y agrupaciones cartageneras como Fuentes y A No. 1, formaron el tejido musical sobre el cual danzaron —y aún danzan— generaciones enteras.


Hoy, ese legado vive. Está en las trompetas desbordantes de un porro moderno, en los arreglos elegantes de una cumbia orquestada, en las fiestas de pueblo y en las pistas de baile urbanas. Y todo empezó en aquellas tardes de swing, empanada y baile, donde el jazz encontró su sabor costeño.

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