miércoles, 23 de agosto de 2017

Entrevista a Beto Villa - David Awad & Aníbal Consuegra


La Historia del fútbol local y del Sporting FCB - David Awad V.

 

En medio de una borrachera de recuerdos - Aníbal Consuegra



Estudio de desvelo para cuerdas y locos - Leo Castillo


La Muerte del "Mono Arnulfo" - Ocaña Norte del Santander - Fernando Awad Blanco


Los Picós (Pickup) y su historia en Barranquilla

 

martes, 22 de agosto de 2017

RECORDANDO EL SEMANARIO "PROVINCIA OCAÑERA"







(Km 16 Isla Salamanca) El paraíso perdido de la Familia Campo


Isla de Salamanca, Km 16, o el paraíso perdido de la familia Campo


*Destrucción ambiental en la Isla de Salamanca *Recuerdos de una niñez feliz *La abundante fauna y flora de la isla de Salamanca antes de ser declarada Parque Nacional Natural *Cacería de jaibas con chuzos y de tiburones con escopeta *El galpón que acabaron entre los zorros chuchos y los abuelos *Nada de lo aquí relatado existe ni volverá a ser.





Por David Campo Pineda

Hará unos 47 años, cuando la isla de Salamanca no había sido declarada Parque Nacional Natural (1) y luego Vía Parque Isla de Salamanca por Gobierno Nacional, el mar estaba retirado de la carretera, en el actual kilómetro 18 (antes kilómetro 16), entre 500 y 600 metros, es decir, casi poco más de medio kilómetro. Lo afirmo con toda certeza puesto que mi padre, el fallecido periodista Porthos Campo Pineda, fue propietario desde 1963 de un lote de 200 metros de frente -contados desde el antiguo km 16-, por casi 600 metros de fondo (desde la carretera hasta la orilla del mar), donde hizo un tambo (2) en el cual vivió por varios años una pareja de ancianos: Jorge Durán Cayón y María Acosta, padrinos del periodista Campo Pineda, y ella madre de Arturo Campo Acosta, conocido en Barranquilla como ‘Juajuá’ por su infalible fórmula para no perder ningún cliente en su profesión de pintor automotriz: “Cómo lo quieres, ¿con todas las de la ley, o un juá juá?”, y siempre obtenía el trabajo.

El terreno frente al mar lo bautizaron en honor de la vieja Mary con el significativo nombre de “Marycosta”. Jamás hubiesen hallado alguno más apropiado. Allí pasamos mi hermano, mis primos y yo, los más dichosos días de la niñez.
Los cuerpos de agua que aún es posible hallar en Salamanca, del lado del mar, son salados, lo que ha hecho.

desaparecer algunas especies de peces de agua dulce.

Era tan evidente la distancia entre el mar y la carretera, que existían lagunas de agua dulce en las cuales mi hermano José Luis y yo, y también los primos Carlos, Fernando, Lorenzo y Jaime Campo Polo –hijos de tío Juajuá-, atrapábamos con pequeños anzuelos mojarras peñas y otras clases de peces de aguas dulces y salobres; era especialmente atractivo ver centenares de jaibas, al despuntar la mañana, recibiendo su ritual baño de sol y de agua de mar en las playas bajas por las cuales se metían las olas, ya suavemente, a las grandes charcas de agua.

Cuando nos quedábamos a dormir allá algunos fines de semana, para las salidas matutinas el abuelo nos proveía a Jose y mí de unas varas de aproximandante de un metro de longitud terminadas en puntas metálicas, de unos 25 centímetros de largo, con las cuales nos enseñó a atrapar jaibas. Cuando, luego del infaltable tinto mañanero, caminábamos con el viejo Jorge por la orilla del mar hacia el kilómetro 17 (el hoy peligroso kilómetro 19), hallábamos en los puntos por donde el mar entraba suavemente a las lagunas centenares de jaibas que ensartábamos con los chuzos y las cuales metíamos en el saco de tupido fique que el abuelo llevaba para tal fin. Con mi madre, Electa Pineda de Campo, y la abuela María, mi padre, mi hermano y yo nos sentábamos a la orilla del mar y recogíamos chipi chipis por montones, junto con muchas morrocoyitas de mar y una que otra almeja que debidamente cocidos y salados servían para proveer durante varios días la despensa de los abuelos y la nevera de nuestra casa del barrio San José en Barranquilla.
Era todo un espectáculo monocolor ver las grandes bandadas de garzas cuando llegaban a los mangles para reposar, o cuando se posaban en el agua para capturar pequeños peces en las generosas ciénagas.

En una ocasión, el abuelo Jorge cazó con su escopeta calibre 16 un tiburón de metro y medio de longitud. Había salido muy temprano a recorrer la playa, como era su hábito, y al llegar precisamente al sector del kilómetro 17 vio que algo se movía violentamente en el agua de la orilla del mar y levantaba grandes surtidores de agua y espuma. Al acercarse vio que allí se debatía como encallado entre la arena y el agua de la orilla un pez, al cual le disparó su escopeta de perdigones sobre la cabeza y, luego de unas cuantas convulsiones tras las cuales el animal quedó quieto, lo sacó del mar jalándolo por la cola para llevárselo hasta el rancho, donde lo preparó y lo saló ayudado por la abuela María. Del tiburón comimos todos el fin de semana siguiente, pues a pesar del insoportable olor que despedía, el caldo preparado por la abuela estuvo delicioso. Y, además, en el mar había que comer comida de mar, nos enseñaron el viejo Jorge, el tío Arturo y mi padre.

Los fines de semana también se iban para el 16 algunos familiares como los tíos Benjamín Pineda y Nicomedes Osorio, y sus sobrinos Alfonso, Orlando y Benjamín Vergara Pineda; Octavio y Jorge Pineda Cervera quienes, además de visitar a los abuelos, dedicaban la mayor parte del tiempo a pescar con carretos y anzuelos desde la orilla del mar. Sacaban de allí chivos, macabíes y sábalos de regular tamaño que llevaban a sus casas cuando regresaban los domingos por la tarde.
Muchos de nuestros familiares varones se iban los fines de semana al 16 y allí pescaban chivos, macabíes o sábalos que nutrían sus despensas. (Foto tomada de El Heraldo).

En todo el sector abundaban también los depredadores carnívoros como los zorros chucho y patón, aparte del menos numeroso tigrillo, que encontraron una bien provista despensa en el rudimentario galpón donde los abuelos criaban los 600 polluelos que había comprado mi papá. Cuando crecieron los pollos también comenzó a disminuir sensiblemente su cantidad, lo cual atribuía el abuelo a la infalible acción de los zorros chuchos y tigrillos. Pero mi padre y el tío Arturo sabían que los viejos también comían los pollos, ya casi gallinas, aunque eso jamás fue motivo de reclamo.

Así era a grandes rasgos nuestro paraíso particular y a él regresábamos cada fin de semana, cuando se ponían de acuerdo nuestros padres para llevarles víveres a los viejos. En las épocas de lluvia, cuando por las tuberías que interconectaban los sectores adyacentes de la carretera fluía a torrentes el agua dulce de la ciénaga hacia el mar, era imposible llegar a pie hasta el tambo de los abuelos, circunstancia que hizo necesario contar con una lancha la cual fabricó el tío Juajuá cortando varios barriles de aceite a los que les dio figura de embarcación a punta de golpes de mona (3) y los cuales unió con soldadura autógena. Eran ingeniosos los viejos. En la destartalada camioneta Chevrolet que tenía el tío Arturo fue llevada la lancha al 16 y en ella navegábamos para llegar hasta el improvisado rancho de los abuelos.
Las raíces zancudas del manglar son las 'salas-cunas' de numerosas especies de peces, crustáceos y moluscos, que se crían en los caños y cuerpos de agua de la Isla Salamanca y de la Ciénaga Grande de Santa Marta.

Era abundantísima la vida en el 16. Aves como los patos cucharo y yuyo, chorlitos y garzas blancas; variadas especies de peces y moluscos; mamíferos como zorros chuchos y patones, guartinajas, ponches, zaínos, tigrillos, conejos, ratones de monte; reptiles como babillas, lobos azulejos, culebras, etc., y numerosas especies vegetales conformaban un ecosistema que, para nuestra visión infantil, permanecería igual por siempre y quién sabe si alguno de nosotros, los ilusos niños de ese paraíso en la tierra, imaginó que sería el perfecto refugio ambiental para sus hijos. Me es doloroso reconocer que de esas vivencias no existe ni una sola fotografía. Tal vez sea mejor así, porque nos rompería el alma ver la belleza exuberante y natural del kilómetro 16 hacia el año de 1964, y comprobar que la implacable naturaleza, por la imprevisión del hombre, ha transformado hasta casi su destrucción el remanso perfecto que encontrábamos los Campo Pineda y Campo Polo en la Isla de Salamanca.
Al daño ambiental por la falta de atención y por la irrupción del mar en extensas zonas terrestres, se suma la actividad destructiva del hombre. Centenares de hectáreas han sido quemadas para siembras y otras tantas fueron desecadas para apropiárselas grandes terratenientes.

No teníamos ni la más remota idea de que la misma carretera que nos permitía llegar al 16 en la vieja camioneta del tío Juajuá y en el carro inglés Morris 10 de mi viejo, causaría el más grande desastre ambiental del país al propiciar la destrucción de cerca de 334 kilómetros cuadrados de bosque de manglar [el 65 por ciento del área cubierta por esa vegetación (4)] en un periodo de 39 años contados a partir de 1956, cuando fue dada al servicio la carretera entre el llamado Kilómetro 0 -a la orilla del río Magdalena, donde está ubicado el corregimiento de Palermo- y el corregimiento Isla del Rosario, donde comienza el Puente de La Barra. Este puente fue construido inicialmente en madera y por el pasaban dos vehículos por turnos que llegaban hasta su centro, donde se ensanchaba para que pudieran seguir los carros su recorrido hasta llegar cada uno a la orilla opuesta, desde donde seguían su viaje. El paso vehicular era siempre de dos en dos, uno en cada lado.
Aspecto de la destrucción erosiva del mar en el kilómetro 19 (antes km 17). Hará unos 50 años el mar estaba retirado, desde este sector, unos 500 metros. El Caribe se ha tragado, en promedio, entre 10 y 12 metros de tierra por año. (Foto cortesía de El Heraldo).

Cuando uno pasa por lo que es ahora el kilómetro 18 y 19, se encuentra con que esos 2.000 metros de orilla de playa están casi al alcance de las manos, se percata que desapareció la mayor parte de la vegetación que allí existía y que también los animales se acabaron para siempre. Tal y como se nos fue la niñez con el correr de los años, así desapareció esa porción de tierra, con aguas dulces, salobres y saladas, de abundante vegetación y animales que se convirtieron en el paraíso de un puñado de niños que solo añoraban, en aquellos años, ser felices para siempre. Nuestro paraíso fue también nuestra Isla de Nunca Jamás.


sábado, 12 de agosto de 2017

POEMA "AQUEL ATARDECER"

Con este primer escrito, la señorita Valeria Awad Colonna hace su presentación en esta pagina para gusto de los lectores en general


viernes, 11 de agosto de 2017

ORQUESTA "HERMANOS MARTELO DE COLOMBIA"

Una Orquesta con arraigo



ORQUESTA "HERMANOS MARTELO"



Por David Awad V.

Breve Historia de la Orquesta Hermanos Martelo


Fundada en 1936 en El Piñón Magdalena y destacada por ser la primera agrupación musical colombiana conformada en su mayoría por hermanos. La agrupación comenzó con cuatro trompetas, tres trombones, tres saxofones, timbales, congas, contrabajo, batería y un piano, este último la destacaba como una agrupación con un toque elegante y sofisticado.

Fueron sus mentores aquellos hermanos de sangre, muy familiares, trabajadores, pujantes, unidos y con excelentes valores los "Hermanos Martelo", Rafael (qepd), Emiliano, Narciso (qepd), José Joaquín y Carlos Arturo (qepd), nacidos en El Piñón Magdalena bajo el hogar conformado por Juan Emiliano Martelo y María Francisca de la Hoz.

Desde muy joven por allá en 1933, Rafael Martelo De La Hoz, (el hermano mayor) aprende a tocar trombón, saxofón y el clarinete, esto gracias a las clases que recibía de su gran maestro el piñonero Rafael Medina, quien para esa época era el director de una banda de música en la población, la misma que termino sirviendo de escuela a los "Hermanos Martelo". 




Posteriormente Rafael, sus hermanos y Rafael “El Niño” Rudas Riqueth, organizan "La Banda 29 de Abril de El Piñón", banda representativa de El Piñón Magdalena que amenizaba las parrandas y fiestas patronales de la población.

Pasado un corto tiempo en busca de mejores horizontes y a mediado de los años 50´s se trasladan a Santa Marta , donde conocen al maestro Víctor Pertúz, quien ya había escuchado hablar de ellos y los invita a hacer parte de la banda departamental. 


En Santa Marta es donde se organizan y conforman la orquesta "Hermanos Martelo" con gran tamaño musical, pero sin cantantes.

Carlos Martelo De La Hoz (el menor), en Santa Marta inquieto por innovar y en busca de la mejora continua, logra en 1959 crear un nuevo ritmo musical al que llamó Jalaito. Este nuevo ritmo musical nacido de mezclas musicales caribeñas tipo "cóctel explosivo de ritmos", donde el solista actúa tiempo corto y da paso a los coros (cortos) que casi siempre en una palabra identificaba el ritmo.

El Jalaito se estructura a través de los golpes percusionales del son del Pajarito que se tocaba en El Piñón y en su creación tuvo influencia el percusionista de la orquesta (Rafita Rudas Riqueth). 


Los Hermanos Martelo graban su primer Jalaito con el nombre de “Jalaito Cheveron”, de la autoría de Rafael Rudas Riqueth, lo mismo que “Jalaito, Jalaito” de la autoría de Carlos Martelo de la Hoz. Le siguieron otros Jalaitos, con el nombre de “Bailemos Jalaito”, “Los Bomberos”, etc. 

Fue tanto el éxito que iban alcanzando la orquesta, que comenzaron a presentarse en diferentes ciudades y poblaciones de la costa norte colombiana, ganado afición y contratos en algunos hoteles, fiestas privadas y establecimientos comerciales.

En 1968, los hermanos Emiliano, Narciso, José y Carlos, decidieron probar suerte y abren plaza en Medellín, sede de los grandes clubes sociales y las casas disqueras. Logran un contrato como orquesta de planta con el Club El Rodeo de Medellín, se radican en la capital paisa, allí graban su primer álbum y empiezan a utilizar cantantes por primer vez, entre ellos Tony Contreras, Antonio González, Rafito Restrepo, Flor del Valle, Hernando Barbosa, Gabriel Romero, Juan Piña, María Elena y Yoni Moré (hermano del cantante cubano Beny Moré). De igual manera en Medellín, son contratados como orquesta de planta del Club Campestre, donde duran 12 años.

Rafael Martelo De La Hoz, se quedó en Santa Marta, donde organizó en 1988 con Carlos Julio, hijo de su hermano Narciso Martelo De La Hoz; con Rafael Flores, natural de Chengue y con los hermanos Cuao, naturales de Santa Marta, la orquesta "Los Martelo Junior".

Se podría decir que es la primer familia musical con dos orquestas alternas, una en Medellín dirigida por Carlos Martelo, y otra en Santa Marta dirigida por Rafael Martelo, quienes trabajaban paralelamente sin problema alguno durante varios años. Lamentablemente la primera se desintegró con la perdida terrenal de su director Carlos Martelo.


Los Martelo Junior, está conformada por 16 músicos y la mitad de ellos son hermanos, hijos de Rafael Martelo. Tienen tres vocalistas, dos trombones, dos saxofones, dos trompetas, un piano, bajo, batería, conga y tambora, con los cuales se encargan de darle vida a la música folclórica, al porro, la gaita, la cumbia, el vallenato, así como a los temas internacionales bailables.


Cuando Johnny Moré amenizaba las noches del Club “El Príncipe”, en el barrio Tesca de Cartagena, llega la Orquesta Hermanos Martelo a las fiestas novembrinas que para entonces había contratado el Manager Cesar Rosales; los Martelo, son invitados al Club “El Príncipe”, donde escuchan al cantante Johnny Moré, de inmediato gustan de su voz y talento, llevándolo consigo para Medellín como su interprete principal, tanto que años después graban en su voz, el tema más famoso del Maestro José Barros Palomino, “La Piragua”.


Para el año 1969 por primera vez se presentan un Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, en el coliseo cubierto "Humberto Perea", con tanta acogida que lo continuaron haciendo durante 20 años consecutivos, dentro de los cuales ganaron en 8 oportunidades el máximo galardón "Congo de Oro", entre ellos el de 1971, cuando se impusieron sobre la famosa orquesta venezolana "Billos Caracas Boys". 

Año 1970: Congo de Oro
Año 1971: Congo de Oro
Año 1972: Fuera de concurso
Año 1974: Fuera de concurso

Año 1975: Congo de Oro
Año 1983: Congo de Oro
Año 1984: Congo de Oro
Año 1986: Congo de Oro


La orquesta "Hermanos Martelo" en 1980 es referencia y contratada por el Country Club de Barranquilla, para que fuese su orquesta de planta como lo fue en Medellín, grabando ese mismo año el que sería su último álbum con la voz líder de Armando David y William Espejo.

Éxitos musicales que dejaron en su historia musical para siempre han sido:



"La Piragua"

“El Aguacate”



“La Culebra Cabezona”



“La Sincelejana”

“Valledupar”

“María”

“Las Tres Perlas”

“Santa Marta”

“La Negra Carmen”

REGRESA LA ORQUESTA "HERMANOS MARTELO DE COLOMBIA"


El maestro José Joaquín Martelo De La Hoz como fundador de la orquesta "Hermanos Martelo", retoma las banderas, esta vez en Barranquilla junto a sus hijos (Cesar y Edgar) y al lado del Maestro Eliceo García, quienes mantienen la misma esencia musical, pero con proyección internacional, salvaguardando sus raíces piñoneras.

Como en los viejos tiempos desean poder interactuar junto a las demás orquestas "Hermanos Martelo" radicadas en diferentes ciudades del interior.


MAESTRO JOSE JOAQUÍN MARTELO DE LA HOZ


En Barranquilla hoy por hoy, continua el legado de la orquesta con "Los Hermanos Martelo de Colombia", en cabeza del Maestro José Joaquín Martelo de la Hoz, Cesar Martelo, Edgardo Martelo y el Maestro Eliceo García, quienes reúnen un grupo experimentados músicos y sacan su primer CD "Orquesta Hermanos Martelo de Colombia", trabajo con temas como:



Cereté

Lluvia de Estrellas

Nuestra Cancion

Mientras me Quieras Tu

Valledupar

Esa Mujer

La Piragua

Atlántico

Tarde lo Conocí

Fandangos de Carnaval






DINASTÍA MARTELO (PADRE E HIJO) 
1/er y 2/da generación
En los estudios de telecaribe con Daniela Donado y Laura Carolina Malcun
Maestro Cesar Martelo Saballeth
 
FAMILIA MARTELO SABALLETH
DE IZQUIERDA A DERECHA ; EDGAR MARTELO SABALLETH, DON JOSE JOAQUÍN MARTELO DE LA HOZ, CESAR MARTELO SABALLETH, ORLANDO MARTELO SABALLETH Y DOÑA CARMEN SABALLETH SALCEDO 



CONTACTOS A LOS TELÉFONOS 



3015820144, Whatsapp 3004346898 
&
 3353815



EDGAR MARTELO 



"DE COLOMBIA"