Por: Manuel Palacio Tiller
Periodista. Gestor cultural
Dr. En Derecho y Ciencias
Políticas
mpalaciotiller@yahoo.es
Hay ciudades o poblaciones, no
muchas, con un misterioso atractivo que hace que cuantos las visitan o lleguen
con propósito o sin ninguna intensión, se enamoran de ella. Son ciudades con
personalidad, con un espíritu y un aura que se han forjado a lo largo del
tiempo, mediante luchas para sobrevivir y progresar. Sus habitantes parecen
tener su propio modo de amar, trabajar, disfrutar y en fin de vivir. Y Maicao
es una de ellas. La vida en Maicao, transcurre normalmente durante la semana
entre las faenas propias de una población de frontera, dedicarse afanosamente a
la actividad comercial, para estallar frenéticamente en un fin de semana.
Maicao, es un pueblo nuevo muy
especial con mestizaje y cultura moderna, donde al asentamiento indígena
original se agregaron los riohacheros, los nietos e hijos de extranjeros, los
venezolanos, palestinos y libaneses, provincianos, gente del interior y de todo
el Caribe colombiano y todos contribuyeron dentro de un entorno
excepcionalmente libre a formar y forjar un pueblo. Pero ella, no ha mirado su
pasado por eso no tiene historia, vive de un presente lleno de crisis que no
vislumbra ninguna seguridad para el futuro, porque ha perdido el sentido de la
pertenencia histórica.
Maicaero mezclado, expuesto a
muchas influencias, extrovertido, prevenido, generoso, gastador, inclinado al
comercio con vocación y sin vocación, lo importante es vivir en un territorio
donde todo se consigue y a nadie particularmente le falta nada, como para tomar
cerveza o whisky, sólo se necesita tener el deseo porque para ello existe un
carrusel de amigos que van rotando las generosidades del brindis en cualquier
día.
Al caminar por una de sus calles
encontramos un sector en la carrera 12 entre calles 14 y 15. La calle 14 es
conocida por la canción de Roberto Solano compositor maicaero con el grupo de
Fruko, aquella que se denomina Los Charcos… por las calles de un lugar…. Este
sector de la carrera 12, zona del antiguo Teatro Imperio es especial en el
plano geográfico, histórico y comercial de la ciudad: Álvaro, en su colmena,
con la venta de todos los periódicos de Colombia, incluido revistas y libros de
segunda mano, en la esquina del Hotel Avenida donde se encuentra una librería,
y, en el espacio público de la carrera 12 hay una venta de cazuela montada en
una carretilla. Es cazuela de marisco y el vaso se obtiene por la módica suma
de mil pesos. De los transeúntes no hay quien quede sin probar la exquisita
sopa.
Metros más hacia el norte, se
encuentran farmacias y colmenas prestando servicios varios, talleres de arreglo
de electrodomésticos, mesitas de chance y loterías. Se llega a un negocio
especializado en ventas de pollos al horno – asado al carbón – denominado “El
Pollo Contento” de donde sale siempre contento el comensal porque es el mejor
pollo asado de la Costa Caribe Colombiana, pues así dicen, los conductores de
buses que viajan diariamente a Bogotá que llevan dos pollos enteros, cada quien
para la familia a la ciudad capital.
Los fines de semana el maicaero
inicia con aperitivos cerveceros desde acá para seguir unos pasos más adelante,
en un lugar pequeño, de escasos 20 m2 – 4x5 – llamado “Donde Cali” de propiedad
del reconocido “barman” Campo Elías Larios Manrique, maicaero nacido en Santa
Marta. En el pequeño lugar, se nota el cambio de ambiente por la música
diferente que se escucha, en todo el sentido de la palabra, sonidos de música
antillana – de Puerto Rico, República Dominicana, venezolana y colombiana,
desde luego pero las del Joe Arroyo… tamarindo seco, Tina… Aquí comienza
cualquier día ese desborde del maicaero, amante de la salsa. El maicero
verdadero, lo forman guajiros en general, particularmente riohacheros
desplazados y de Uribía, costeños, unos que otros provincianos, algunos
cachacos y venezolanos que vienen los fines de la semana a disfrutar del
reconocido lugar con la esmerada atención de su dueño. Los demás son de otro
montón. Los viernes para recordar se convierten en agite singular, se invitan
compañeras que dan lugar ambiente más sereno, sin miradas a pasarela donde se
pierde la vista detrás de un andar de olas marinas, solo hay abrazos y besos
cacheteros, risas y chistes de todo sentido, la pura “mamadera de gallo”, con
respeto y calidad humana, tampoco faltan los auxiliares de consumo, necios y
elementos de otras especímenes. El espectáculo del desfile de mujeres de
rostros serenos y miradas de mensajes invisibles, se hace más recreativo, por
que comienza la explosión del cansancio de los días de trabajo.
Los días lunes “día de beber los
ricos”, o sea la gente pudiente, que sin frenos inhibitorios de orden doméstico
familiar, a partir de las 3:00 de la tarde arranca el festín, regularmente con
video…y con ustedes “El embajador del piano”…, Ricardo Ray… bomba camará…
camará… camará… mucho Richie y mucho Rey, con la voz fenomenal del gran Boby
Cruz primer vocalista de El Combo cantando el bugaloo. Seguirá Eddie Palmieri y
su piano, Ismael Rivera y su nieto Maelo, Oscar de León, Rubén Blades, Héctor
Lavoe, Willie Colon, Mongo Santa María, Celia Cruz, Andy Montañés y toda esa
pléyade de cantautores del Gran Caribe. En el lugar se apretujan 20 clientes
entre médicos, abogados, arquitectos, periodistas, pequeños empresarios,
peluqueras, venderos ambulantes, todos juntos de tú a tú, que sólo los unen la
música en varios géneros de salsa, boleros tropicales y también porros del
estilo de Pedro Laza; se alegran con aquella música y la pasarela de maicaeras
bonitas, elegantes, esbeltas, coquetas como ellas únicas, producto de un
mestizaje de razas que hacen formar trigueñas de ojos gallos, en un compás de
cinturas culebreras retoman el ritmo de la canción que escuchan al pasar por el
pequeño bar.
En la acera de enfrente hay
negocios de todo tipo como sastrerías, salas de internet, salones de billar,
mini tiendas, casas de empeño y chiquilladas. En la gastronomía encontramos en
pleno frente del bar la venta de pasteles de la señora Evis que es consumido
por todos, que llaman “el milagroso”, por el valor de mil pesos cada unidad, de
pollo o cerdo, con su respectivo jugo de diferentes sabores. Hay negocios de
venta de CD y DVD de música salsera, pues los transeúntes al pasar preguntan
por el nombre de la canción que escuchan y de una la compran en la colmena.
También hay bares, mejor conocidos como cantinas comunes frecuentados también
por otra especie de maicaeros que gustan de música diferentes. El que espera
giro se coloca de frente hacia el Servicio Inmediato Nacional (SIN) a la
expectativa de la llamada para reclamar, pues un porcentaje siempre queda
“Donde Cali”
En la esquina de la calle 15 con
carrera 12 se encuentra una licorera administrado por Pepe de Armas, “Rumba
Licores”, que se constituye en otra alternativa para gozar el fin de semana de
Maicao en crisis, que a pesar de ella no se nota porque los deseos de calmar la
sed con cervezas no se terminan, son perennes y de alguna manera se tiene la
necesidad de evacuarla con el levantamiento del codo y refrescarse con
cualquier clase de cerveza colombiana o extranjera e incluso para llevarse un
pan venezolano para calmar el disgusto de la esposa que espera a su compañero,
que regularmente llega a casa en temple después de compartir algunas “frías” con
los amigos, en el marco de un carrusel de solidaridad y reciprocidades de
compromisos etílicos que se marca en esta ciudad que siempre está en bonanza,
así sea en época de crisis y de incertidumbres. Todos los tiempos son iguales.
Maicao, fragua de etnias,
blancos, mestizos, indígenas wayuu, mulatos y zambos, población joven y móvil.
En medio de ese tremolar de pueblos, grupos, razas y mezclas donde anida el
maicaero con sus problemas de toda índole, anda sin complejos, alegre, pensando
que el mundo no se va acabar todavía y que la vida hay que gozarla, vivirla,
pero con responsabilidad, para obtener un futuro mejor y tener el ánimo
placentero para seguir escuchando la música tropical. Los maicaeros nos
identificamos en que no nos parecemos y eso nos hace ser diferentes hasta en
nuestro modo de hablar en el departamento de la Guajira. Cuidad donde se hablan
tres idiomas en sus calles comerciales, español, wayuunaiki, y árabe, además de
otras lenguas o dialectos, entendido como tal, cada una de las variedades de un
idioma, propia de una determinada región a diferencia de la lengua general y
literaria: El paisa, el cachacal, el jurga sabanero, el corroncho costeño, el
mítio del área riohachera, el hosco de la zona carbonera, el wuatauyu de los
indios arriberos y bajeros, el maracucho venezolano, y la jeringonza español-
wayuunaiki del WAIT, son los medio de comunicación que determina esa identidad
diferente, de un pueblo erguido en el transcurrir de su existencia.
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