miércoles, 1 de octubre de 2025

“Gan Gan y Gan Gon”: la traviesa historia detrás de un clásico de Richie Ray & Bobby Cruz y sus dos hermanos


La salsa también cuenta historias cotidianas y familiares, y un claro ejemplo es la canción “Gan Gan y Gan Gon”, incluida en el álbum 1975 del dúo Richie Ray & Bobby Cruz, lanzado en 1974 bajo el sello Vaya Records.

Un día como hoy el 29 de septiembre de 1963, nacieron los hermanos gemelos Miguel “Gan Gan” Cruz y José “Gan Gón” Cruz. Hermanos paternos de Bobby Cruz.

Les fue dedicado el tema que lleva este nombre en el que Bobby Cruz relata algunas anécdotas sobre las travesuras de sus hermanos en casa de El Cacique, como se le conocía a su padre. Son hijos de una madre diferente a la de Bobby. Sus nombres son Miguel Cruz "Gan Gán" y José Cruz "Gan Gón".

El tema narra las aventuras de los hermanos gemelos de Bobby Cruz, recordados por su carácter alegre y sus constantes travesuras en un lugar llamado Monte adentro, una zona rural que marcó la infancia del cantante.

Con el inconfundible piano de Richie Ray y la voz de Bobby Cruz, la canción se convirtió en un éxito popular de la salsa, destacando por su ritmo contagioso y su manera de transformar vivencias personales en música.

Más allá de su cadencia bailable, “Gan Gan y Gan Gon” es un homenaje a la niñez, a la familia y a esas pequeñas historias de pueblo que, gracias a la salsa, se volvieron universales.


 Letra de Gan Gan Y Gon Gon de Richie Ray, Bobby Cruz

chorus

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Nacieron gemelos allá en Monteadentro

Nacieron gemelos allá en Monteadentro

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Nacieron gemelos allá en Monteadentro

Nacieron gemelos allá en Monteadentro

verse

Ellos solo son, ellos solo son

Dos chicos piyuelos haciendo maldades

Allá en monteadentro

Por ser como son, por ser como son

Siempre están contentos

Nada les molesta allá en monteadentro

Nada les molesta allá en monteadentro

chorus

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Nacieron gemelos allá en Monteadentro

Nacieron gemelos allá en Monteadentro

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

verse

Se parecen tanto que no se distinguen

Se parecen tanto que no se distinguen

Y el cacique no sabe quién quemó su sillón de mimbre

Y el cacique no sabe quién quemó su sillón de mimbre

Ay, con tantas maldades que hacen

El cacique ya está medio loco

Con tantas maldades que hacen

El cacique ya está medio loco

Gan gan dice que lo hizo gan gon

Gan gon dice quien lo hizo fue el otro

Gan gan dice que lo hizo gan gon

Gan gon dice quien lo hizo fue el otro

chorus

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Allí en Monteadentro siempre están corriedo

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

verse

El viejo cacique ya está medio loco

Nunca sabe si lo hizo gan gon

O si lo hizo el otro

Gan gan y gan gon siempre están contentos

Siempre están contentos gan gan y gan gon

Writer(s): Roberto Cruz, Ricardo Ray

lunes, 29 de septiembre de 2025

Especial Santa Marta 500 años: El Ancón, Taganguilla y El Puerto y la historia de un barrio extinguido

 

Por David Awad Virviescas

La memoria de Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia, guarda entre sus páginas al barrio Ancón y a sus ensenadas aledañas, entre ellas Taganguilla, El Mangle y Tinglado, escenarios de vida, pesca, música, boxeo y tradición, que poco a poco se transformaron con el crecimiento urbano, el turismo y la llegada de los capitales extranjeros.

El terremoto y la reconstrucción

En 1850, un fuerte terremoto destruyó gran parte de la arquitectura colonial de Santa Marta. Aun así, la ciudad se levantó y comenzó a expandirse hacia la zona del puerto, donde Ancón y Taganguilla cobraron importancia como lugares de vida marítima y comercio.

El puerto y la era del banano

En 1832 se ordenó la construcción del primer muelle portuario, finalizado en 1835. Con el auge del banano en la Zona Bananera, en 1881 se contrató la construcción del ferrocarril Santa Marta–Ciénaga, concluido en 1887. Ese mismo año inició la ampliación del muelle, terminada en 1908 bajo la dirección del antillano John Thomas, quien dejó una infraestructura de madera y zinc de 98 metros.

En 1919, la United Fruit Company levantó una segunda sección de muelles, destinada al cargue y descargue de mercancías distintas al banano. Al costado del puerto nació un campamento de trabajadores jamaicanos, traídos por los ingleses para las obras ferroviarias y portuarias. Ese asentamiento marcó el origen del barrio Ancón, formado por casas de madera y tres calles principales: El Mangle, Tinglado y Taganguilla.



Taganguilla: ensenada de pescadores

La ensenada Taganguilla, pequeña y pegada al cerro cerca de Punta Betín, estuvo habitada principalmente por pescadores y marinos. Allí funcionaba un astillero artesanal, donde se reparaban lanchas, bongos y botes. Era un lugar rico en peces de colores, muy visitado por samarios los domingos para pescar o recolectar vulgao, antes de que la expansión turística transformara la zona.

El Tigre de Taganguilla

En ese entorno nació en 1935 Julio Rafael Gómez González, conocido como El Tigre de Taganguilla. Hijo de pescadores, a los 12 años defendió a su madre de los abusos de su padrastro, demostrando el carácter que luego lo llevaría al boxeo.

Su primera pelea fue en el Teatro Variedades, donde venció a Cornelio López, “El León”. La gente, emocionada, lo bautizó El Tigre de Taganguilla. En 1949 se coronó Campeón Nacional de Boxeo en Santa Marta, llevando el nombre de su barrio a la gloria deportiva.

Los Agudelo: música y carnaval

En el segundo callejón del Ancón vivió la familia Agudelo, destacada en el folclor samario. José de los Reyes Agudelo Carrillo, acordeonero y reparador de instrumentos, alegraba las parrandas con canciones populares como Sebastián Rómpete el Cuero y Qué va Gallo, qué va.

De la misma familia surgió Eucaris Agudelo, coronada reina del carnaval anconero en los años sesenta, y Sara Agudelo Carrillo, quien vivió 112 años y mantuvo viva la tradición culinaria con platos como el arroz de bonito con guineo verde sancochado, verdadero símbolo gastronómico samario.



Restaurantes, turismo y declive

En la década de 1950, con el auge turístico de Punta Betín, nació la Hostería Punta Betín, inaugurada en 1957 con su famosa pista bailable, preferida por las reinas del mar. Muy cerca, el antioqueño Luis Martínez, conocido como El Paisa, abrió el restaurante “El Paisa”, bautizado por los vecinos como “La Casa en el Aire”, por su ubicación en lo alto de los cerros. Ofrecía platos típicos antioqueños como arepas, tamales, chorizos y mazamorra.

El esplendor de Ancón y Punta Betín comenzó a declinar en los años 60 con el auge del balneario de El Rodadero, que se convirtió en el nuevo epicentro turístico de Santa Marta. Poco a poco, el barrio Ancón fue desapareciendo, desplazado por el puerto, las obras de expansión y el crecimiento urbano.







Ancón: un barrio en la memoria

Hoy, en el lugar donde estuvieron El Mangle, Tinglado y Taganguilla, se levantan muelles, bodegas y estructuras portuarias. El barrio Ancón desapareció físicamente, pero permanece en la memoria colectiva de Santa Marta como símbolo de una época marcada por el mar, la pesca, el carnaval, el boxeo, la música y la gastronomía tradicional.

Fue un barrio de familias samarias y guajiras —Chacín, Deluque, Vilarete, Niebles, López, Ceballos, Arango, Agudelo, Pardo y Díazgranados— que dejaron huellas profundas en la historia local.

 

 

 

 



El relato del Ancón y Taganguilla no solo es la crónica de un barrio desaparecido, sino también un espejo de cómo el progreso, la economía bananera, el turismo y las dinámicas sociales transformaron para siempre la fisonomía de Santa Marta. Entre calles, ensenadas y personajes, queda el testimonio de una comunidad que hizo parte esencial del alma de la ciudad.

Ancón Año 1965


sábado, 20 de septiembre de 2025

El Hotel Royal de Barranquilla: del lujo al abandono, entre líos laborales y promesas rotas

 


Por David Awad Virviescas

Lo que alguna vez fue uno de los hoteles más emblemáticos de Barranquilla, hoy es solo una estructura vacía y deteriorada. El Hotel Royal no solo cerró sus puertas al público, también arrastró consigo una historia de mala administración, deudas laborales y conflictos familiares.

Según relatan antiguos trabajadores y personas cercanas al caso, el declive comenzó cuando uno de los hermanos Cotes, conocido por ser parte de una reconocida familia del Caribe, cedió la operación del hotel a otro familiar. A partir de ese momento, los pagos a empleados dejaron de llegar, no se cotizaba seguridad social y las nóminas quedaron en el aire.

Ante el abandono administrativo, los trabajadores decidieron demandar. Pero como no recibían pagos y tampoco había recursos, algunos empleados comenzaron a llevarse parte del menaje del hotel como forma de compensación: aires acondicionados, colchones, televisores, utensilios… lo que fuera.

 

 


La deuda laboral creció tanto, que incluso un grupo hotelero interesado en adquirir el inmueble se echó para atrás al enterarse del conflicto legal. Los exempleados, al conocer de la negociación, exigieron que se les pagara primero con el dinero de la venta, lo que frenó el proceso.

 


Se dice que José Cotes era el administrador, pero el verdadero dueño era otro hermano, uno de los más mencionados en las canciones de Diomedes Díaz, lo que añade aún más sabor a esta historia de poder, negocios fallidos y una joya arquitectónica hoy sumida en el olvido.

El Hotel Royal permanece cerrado, cubierto de polvo, historias y demandas. Y como dicen algunos vecinos: “pa’ qué contar más, si ahí está la prueba”.


lunes, 8 de septiembre de 2025

El Chopo: violencia, secretos y rumores en la era de Pablo Escobar Gaviria

 

Mario Alberto Castaño Molina, conocido como 'El Chopo', fue una figura temida en la Medellín de la época de Pablo Escobar. Su carácter irascible y su lealtad al patrón le ganaron una reputación de hombre peligroso, tanto que incluso sus amigos cercanos le temían.


Detrás de esa fachada de hombre duro, 'El Chopo' ocultaba un secreto: su atracción por los hombres, especialmente los jóvenes. A pesar de estar casado, este vicio lo mantuvo en la clandestinidad, hasta que un encuentro íntimo con otro hombre lo delató.

 

En los bajos fondos de Medellín, corría el rumor de un encuentro secreto entre 'El Chopo' y 'Pïnïna', una historia nacida bajo el efecto del alcohol y el vicio. Este relato, aunque nunca confirmado en periódicos ni expedientes, era un murmullo entre aquellos que conocían los peligros de la época.

 

Se decía que 'El Chopo' era 'frío de frente y caliente por detrás', un comentario que lo enfurecía y que pocos se atrevían a mencionar. Su carácter y su forma de trabajar para el patrón lo convertían en una figura respetada y temida a partes iguales.


El lado oscuro del poder: la historia de los hombres más temidos del cartel de Medellín


Durante los años más crudos del narcotráfico en Colombia, figuras como Pablo Escobar Gaviria tejieron una red de violencia, poder y miedo en Medellín y gran parte del país. A su lado operaban lugartenientes de confianza, encargados de ejecutar órdenes sin cuestionar. Uno de estos fue Mario Alberto Castaño Molina, alias El Chopo, reconocido por su frialdad y letalidad.


Temido incluso por sus aliados, El Chopo era descrito como un hombre de pocas palabras y mucha acción, a quien se le atribuían múltiples ejecuciones y “vueltas” al servicio del cartel. Su historia se entrelaza con la de otros nombres como John Jairo Arias Tascón alias   "Pinina", formando parte del círculo más violento de Escobar.


Alrededor de estos personajes se han tejido mitos urbanos, muchos nacidos del temor y la falta de pruebas, alimentando la leyenda negra de una época marcada por el sicariato, el narcotráfico y una brutal lucha por el poder.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Centro Cívico de Barranquilla: el legado moderno de Leopoldo Rother en el Caribe colombiano


Por David Awad V.
En el corazón de Barranquilla se levanta uno de los hitos arquitectónicos más importantes del país: el Edificio Nacional Centro Cívico, una obra visionaria proyectada en 1946 por el arquitecto alemán Leopoldo Rother y finalizada en 1952. 

Esta edificación no solo marcó un antes y un después en la historia urbana de la ciudad, sino que se convirtió en un referente nacional de la arquitectura moderna en el trópico.

Construcción del Palacio Nacional - Centro Cívico. Ubicado entre las carreras 44 y 45, y las calles 38 y 40.


Rother, quien llegó a Colombia en 1936 huyendo del nazismo, desempeñó un papel clave en la transformación de la arquitectura colombiana. Desde su cátedra en la Universidad Nacional de Colombia, formó generaciones de arquitectos y sembró las bases teóricas de un enfoque moderno y funcionalista, en diálogo con el entorno.

El diseño del Centro Cívico fue profundamente influenciado por los principios del maestro suizo Le Corbusier, y por las adaptaciones climáticas desarrolladas por la arquitectura moderna brasileña. Esto se refleja en la aplicación rigurosa de los cinco puntos de la arquitectura moderna:

  • Volumen elevado sobre pilotes,

  • Fachada libre,

  • Ventanas corridas,

  • Planta libre,

  • Y una racionalización estética de la forma.







Pero más allá de su valor formal, el Centro Cívico de Barranquilla es reconocido por ser el primer edificio en Colombia diseñado conscientemente para responder a los retos del clima tropical con los recursos del modernismo arquitectónico. Su concepción representó un punto de inflexión en el diseño institucional del país, integrando eficiencia técnica, estética funcional y sensibilidad climática.

Hoy, el edificio sigue siendo un emblema de innovación, memoria y modernidad en la arquitectura nacional, y un testimonio vivo del legado de Leopoldo Rother, uno de los grandes formadores de la arquitectura contemporánea en Colombia.



 

 



viernes, 29 de agosto de 2025

El verdadero origen del “Santo Cachón” está en un parque de Barranquilla

 


Pocos colombianos no han coreado alguna vez el icónico estribillo: “Que te perdone yo, que te perdone… como si fuera yo el Santo Cachón”. Pero más allá de la canción, hay una historia real que inspiró a su autor, el fallecido Romualdo Brito.

Todo nació en un parque de Barranquilla, construido en los años 50 para honrar al Sagrado Corazón de Jesús. Con el paso del tiempo, el lugar cayó en el abandono y terminó convertido en punto de encuentro de parejas furtivas que, al amparo de la noche y la maleza, daban rienda suelta a la pasión.


Fue ese contraste —entre la devoción religiosa y las "pilatunas" nocturnas— lo que Brito transformó en vallenato, inmortalizado por Los Embajadores Vallenatos. Con una estatua de mármol de 17 metros como testigo silencioso, el llamado “Parque del Santo Cachón” se convirtió en leyenda urbana y símbolo del ingenio sabrosón del barranquillero.

Hoy, el parque ha sido remodelado, pero su historia sigue viva en la cultura popular… y en cada parranda donde suena esa canción.